Después de una ruptura amorosa, de la disolución de su banda y de un mal momento de salud, Justin decidió alejarse a una cabaña con nada más que su guitarra y sus ganas de estar solo. Estuvo tres meses, ¿Qué hizo? ¿Se emborracho y se ahogó con su propio vomito? ¿Sobredosis? ¿Se corto las venas? ¿Se tiró en el sofá afligido por su mal momento personal?. No, no, no y quizás. Lo que sí hizo fue canalizar todo ese dolor a través de unas canciones en las que nada más escucharlas se entiende todo ese sufrimiento. Sufrimiento que transformó en una maravilla para todos los sentidos (La lacerante Skinny love) e incluso para el alma (Re: Stacks).
Y era otro barbudo al que cuando se ponía la bufanda y la cazadora para salir en este Buen Invierno le sonaba este disco siempre.
No hay comentarios:
Publicar un comentario