martes, 19 de marzo de 2013

La cosa va de Narices.

Mi Padre siempre dice que las heridas hay que dejarles al aire libre, sin tiritas o vendas para que así puedan respirar y huir de la humedad.

Lo cierto es que depende mucho del tipo de herida. Algunas sí necesitan cubrirse, al menos durante algún tiempo para que cicatricen un poco más y no se infecten.

He de decir que no he hecho caso a mi Padre en todas las batallas que me han dejado secuelas, rasguños, cortes... Debí, pero hubo alguna muy profunda, recóndita que me fue imposible no tapar. Es curioso porque la tirita tapa la herida, no la deja respirar, la esconde o más bien la enmascara. Uno mismo sabe que está ahí y todo el mundo que ve la "curita" (con ese nombre la conocí de pequeño) también. Reconoces (porque no te queda otra) que te has echo daño pero no lo quieres mostrar (afrontar) y te defiendes de antemano para evitar alusiones, para evitar que te metan el dedo en la llaga y te hagan más daño. Esto es cierto, el golpe cicatriza más lento con la tirita, y esto quiere decir que no "jugaremos al juego" de nuevo hasta que, o cicatrice, o tengamos el coraje de mandar a la mierda la tirita, jugar, y arriesgarnos a tropezar y hacernos sangre en la herida.

El problema está cuando encuentras la comodidad en la seguridad que proporciona la tirita. La llevas tanto tiempo que ya es parte de ti y cada día se hace más difícil romperla y empezar a "jugar al juego".

Intento ser como mi Padre... que las heridas cicatricen rápido, sin tiritas, al aire libre para poder seguir adelante sin dejar que el tiempo te quite tiempo. Mi Padre no usa "curitas" cuando hay algún que otro rasguño. No las necesita, siempre está jugando al juego sin rendirse.

Gracias por las Narices, Narices.

martes, 15 de enero de 2013

Mensaje en una botella

"Hace ya siete meses, tres días y dos horas...naufragué en esta isla que no está en ningún mapa. La primera semana lloré como un muchacho asustado y el miedo vino a vivir conmigo. Luego, maldije a Dios los quince días siguientes y me pasé tres días sin agua ni comida. Los siguientes dos meses he añorado tu cuerpo y soñado con el tibio roce de las sábanas. Cada noche encendía hogueras en los montes, pendiente de que un barco pasara por delante de esta isla maldita y en la playa he dejado mensajes de socorro pidiendo que vinieras. Arrojé cien botellas con mensajes urgentes y durante tres meses aprendí que la vida es un cangrejo, un fruto, el agua del torrente, el sol que cada tarde pinta de rojo el agua. Ya no siento temores...Recuerdo vagamente que más allá del mar hay fusiles y espadas y hombres que maldicen haber nacido un día... y que aquel mundo era una isla de monstruos. Ayer me desperté cantando sin que nadie me dijera: "Estás loco? A que tanta alegría?". Y cada tarde escribo en la arena unos versos que borran las mareas y que de nuevo escribo. Hoy he visto pasar un barco no muy lejos, he apagado raudo la luz de las hogueras y he borrado todos los mensajes de auxilio. Afortunadamente el buque...ha pasado de largo."

Ismael Serrano